top of page

Entrevista con Paloma López Carrillo sobre Say Goodbye

ree

Por Francisco Álvarez Ríos.


Say Goodbye, dirigida por Paloma López Carrillo, es una obra que explora la ausencia y el duelo en el contexto de una familia mexicana que vive en Utah, Estados Unidos. A través de planos secuencia meticulosamente compuestos, la directora captura la soledad y el silencio que impregnan la rutina diaria de Rosa, Sol y Javier, quienes enfrentan la incertidumbre tras la desaparición de un ser querido. La película se caracteriza por su estilo sensorial y emocional, donde el tiempo, el silencio y las emociones no expresadas juegan un papel esencial en la conexión con el presente de los personajes.


Este trabajo no solo se presenta como un documental, sino como una experiencia estética que invita a la contemplación profunda y a la reflexión sobre cómo el duelo se vive en el tiempo suspendido. El paisaje nevado y austero de Utah se vuelve un reflejo simbólico de la pérdida y el vacío, mientras la narrativa visual permite al espectador habitar un espacio íntimo, donde el silencio y la espera revelan más que las palabras.


Tuvimos una conversación con Paloma, directora de Say Goodbye para conocer más sobre su propuesta. 


- Paloma, tu película se caracteriza por un uso prolongado de planos secuencia y una narrativa contemplativa que invita a una experiencia sensorial. ¿Cómo tomaste la decisión de narrar a través de estos planos largos y qué efecto emocional y conceptual buscabas generar en el espectador respecto al duelo y la ausencia?


En Say Goodbye me interesaba experimentar no solo a través de los personajes, el espacio y la atmósfera que sutura la propuesta de la película, sino que también me interesaba  adentrarme en una exploración íntima y personal que tiene que ver con el tema de la presencia, la presencia como fuente meditativa. Después de la pandemia, pensé inicialmente que el mundo accionaría de manera más lenta y pausada, con más detenimiento pero pasó todo lo contrario y el tiempo se intensificó, se hizo más veloz y menos atento, pero esto se proyectó con más potencia en el consumo audiovisual. Las personas se dirigieron hacia los estímulos más intensos, superficiales y continuos, pero esto es algo que me parece contrario a la vida, a la cadencia orgánica que tiene la vida. Es entonces que la presencia fue algo que quise explorar, incluso dentro de su pesadez, de su dilatación, quería explorar el tiempo y su presencia. 


La evasión del tiempo muerto, del aburrimiento, del ritmo más detenido no necesariamente nos lleva a un estado más apreciable, sino que nos lleva a una condición que se aleja de la realidad. Estas reflexiones me llevaron a integrarme a una exploración rítmica que estaba teniendo en mi vida y eso se refleja en la película.


La familia a la que retrata la película es mi familia, son mi tía y mis primos, son familia por parte de mi madre. No los había frecuentado hace mucho tiempo, incluso puedo decir que en el pasado, hace tiempo, ellos no estaban dentro de mis prioridades. Cuando fui a Utah, mucho antes, me sentí atraída inicialmente por el espacio, pero visitarlos nuevamente me resultó muy interesante, empezar a conocer y re descubrir a esas personas a quienes, en en un momento determinado creía que conocía, pero que después de 12 años sin verlos y a través del encuentro con la película, me día cuenta de que ya eran muy distintos. 


Inicialmente no fui consciente del paso del tiempo en sí mismo, al filmarlos desde un cierto extrañamiento y desde un lugar más intuitivo, sentí que me gustaba estar presente observando, acompañando y conociéndolos nuevamente. La presencia y la observación, me gustaba mirarlos con pausa y sin prisa. 


El paisaje nevado y austero de Utah aparece casi como un personaje más en la película. ¿De qué manera el entorno físico dialoga con el estado emocional de los personajes y cómo influyó ese paisaje en la atmósfera y en la narrativa general del filme?


La primera vez que fui a Utah, el espacio me cautivó. Siempre fui en invierno, no conozco ese lugar en verano, entonces me llamó mucho la atención la belleza del espacio y su clima, pero sentía que era una belleza enrarecida, de alguna manera era un espacio que me producía mucha soledad y tristeza. Me resultaba muy contrastante la belleza de la naturaleza con su clima y cómo eso provocaba que la conexión humana sea mínima, era un lugar de relaciones distantes, todos en sus coches apartados por el frío y de alguna manera, ajenos a su naturaleza. 


Entonces quise transmitir esa soledad en la película; no solo el contexto y presente que vive la familia que registro, sino que me provocó explorar la soledad de manera más amplia. En ese momento, el tema de la soledad me interesaba mucho en mi vida, entonces Utah fue un lugar idóneo para explorar la soledad humana y la ausencia a través de la realización de la película. 


En Say Goodbye la ausencia se vuelve tangible no solo a través de lo que se dice, sino especialmente mediante el silencio y la percepción del tiempo suspendido. ¿Cómo trabajaste estos elementos como un lenguaje expresivo dentro del documental para comunicar emociones complejas y silenciosas.


Siento dos cosas al respecto, por un lado en cómo me reflejé e identifiqué con mi familia y por otro, en su forma extraña de expresar sus emociones. Ellos son así, no hablan de mi tío desaparecido, pasan mucho tiempo solos, son naturalmente muy silenciosos. Esto incluso me recuerda y tiene que ver con la forma en la que me enteré de la desaparición de mi tío: ellos no le dijeron a nadie hasta después de seis meses después de su desaparición. 


Esa necesidad de ocultar la noticia viene de un impulso emocional complejo que ellos tuvieron, entonces el silencio en mi educación emocional y en general de nuestra familia, se usa como una evasión pero también como un estado de búsqueda emocional personal, era una particularidad del carácter de ellos, pero también del mío. 


En el pasado, normalmente evadía las cosas tristes que me pasaban a través del trabajo o estímulos externos que me mantenían distanciada. Pero llega un momento donde la evasión ya no llena esos espacios para salir de la tristeza. Sentir esto me permitió identificarme con mi familia. Sol, mi prima, es quien lleva más el desarrollo narrativo de la película y en aquel tiempo estaba en busca de respuestas para distanciarse de la tristeza; de alguna manera ella lo trabajaba por medio del deporte, de su alimentación, de sus entrenamientos y de cosas que tienen que ver con su carrera de fisicoculturista. Pero mientras hacíamos la película ella no encontraba paz ni estabilidad en esas actividades, por eso ella es quien exterioriza sus sentimientos dentro de la película. No sé si mi tía y Javier lo superaron o solo lo evitaron para no dejarse caer y así poder continuar con su vida. A partir de esto, me sentí atraída por explorar la realidad de cada uno, no negar la sombra ni la oscuridad que aparecía por la soledad o por cosas del carácter, entender esa dualidad se convirtió en algo necesario para ellos mientras atravesaban sus distintos procesos. El silencio está presente, un silencio que acepta su soledad: ellos decidieron aislarse, estar solos en sus vidas, se distanciaron y creo que esa pudo ser su herramienta para afrontar la pérdida y sanar en la individualidad. Quizá sanar pudo ser más difícil al estar juntos, es algo que me he preguntado constantemente. 


La película aborda temas delicados como la desaparición y el duelo en un contexto migratorio, que involucra múltiples capas culturales y emocionales. ¿Qué desafíos éticos y narrativos enfrentaste al retratar una experiencia tan íntima y dolorosa, y cómo te aseguraste de respetar esa sensibilidad?


Creemos que mi tío desapareció en México. Es muy importante mencionar esto porque sospechamos que desapareció en Reinosa, donde acciona un grupo criminal muy violento. Una de tantas suposiciones que tenemos es que probablemente fue reclutado por ellos para hacer un trabajo temporal, pero es una teoría mía, es difícil, confuso y frustrante porque en medio de la ausencia de mi tío, solo nos ha quedado especular. 


Entonces, a pesar de que la película tiene una dimensión política, no quería que la política de la desaparición sea el rostro más visible, tampoco quería que sea una película sobre la migración o el desplazamiento. No quería que sea una película de lucha social explícita tras las desapariciones. Al inicio del proyecto, estas decisiones fueron muy difíciles, pero tuvieron gran importancia.  


En el imaginario de Ecuador, México o Latinoamérica, si quieres hacer de inicio un documental sobre la desaparición, inicialmente te va a llevar a un lugar común: el de la búsqueda de respuestas sobre dicho suceso. Esos lugares comunes me resultaban incómodos ya que apuntaban a un conflicto ético dentro de mi familia y su sensibilidad. Hubiese sido una traición personal y familiar abordar la película de esa manera. Estaba segura de que no quería que la desaparición de mi tío sea utilitaria para hacer una película, esto definió la dirección ética que tomaría. 


Al inicio fue difícil no dejarme llevar por esas ideas o lugares comunes. Esos lugares eran lugares incómodos pero también difíciles de evadir. Insisto, no quería que la desaparición de mi tío sea utilitaria para hacer una película. Ese fue mi gran conflicto ético, no tener una actitud utilitaria, no poner el hacer una película por encima de la confianza de la familia. Creo que gracias a esta decisión, la filmación resultó una  experiencia amorosa e incluso divertida. Mi tía que está sola casi siempre, tuvo un grupo de personas filmando con ella y esa compañía le resultó divertida, fue un momento de encuentro familiar. Como creadora, quería explorar en las emociones sensibles de mi familia, quería que se sienta como un gesto de cercanía, de compañía y entendimiento desde lo familiar, no quería que fuese una invasión a la sensibilidad.

Muchas veces me preguntan: ¿cuándo supiste que ahí había una película?. Y justamente nunca supe que ahí había una película y a eso es a lo que voy, no me gusta que la vida de los demás sea utilitaria para el quehacer cinematográfico. Al estar ejecutando la filmación no estaba pensando demasiado en cómo y qué contar, lo que yo hice principalmente fue estar presente, por eso la película tiene una cierta presencia que incluso, si no quisiera que esté, no se la puede quitar. 


Lo que fue nuevo para mi tiene que ver en cómo la película empieza a tomar vida y en cierto momento no la puedes controlar del todo, la empiezas a recibir y ella misma expresa su historia, su sensibilidad, sus vivencias culturales y contextos. Es uno de mis descubrimientos como directora que me han hecho muy feliz. Mucha gente ve cosas que yo no veía en la película y cada vez que tengo nuevas proyecciones y hablo con otras personas escucho cosas que me reflejan en la película y de las que no era consciente cuando la estaba filmando. 


El filme presenta una relación temporal no lineal donde el presente y el pasado parecen coexistir en una misma atmósfera. ¿Cómo conceptualizaste y trabajaste esta dimensión temporal para profundizar en la experiencia emocional de los personajes y en la narrativa del duelo.


Quizá esta es una de las cosas que no había pensado inicialmente, sobre cómo el presente y pasado parecen coexistir. Ahora que he tratado de reflexionarlo, pienso que en la película hay una presencia, dentro de una dimensión de ausencia. La presencia es algo que intentamos trabajar desde la cámara, hay ciertos planos donde imaginábamos que era mi tío quien observaba, luego esto se convirtió en una constante: buscábamos un espacio donde una mirada propusiera incluso que algo espiritual estuviese mirando, pero de alguna manera, esta mirada propone o enfatiza una ausencia. 


En las películas que he visto últimamente sobre desaparecidos, la ausencia es algo que se evita; he visto varias películas donde intentan mantener vivo a quien está ausente. Yo quise insistir en esa ausencia que se demuestra en la soledad de mi familia. Su ausencia es lo que está presente; inconscientemente por eso funciona que el material de archivo aparece casi al final; ese ser humano del que se habla, mantiene su presencia a través de su no estar. Pero luego, él está en el espacio que recorre mi familia, es poner algo del pasado a través de su ausencia, pero en el presente de mi familia, una ausencia que siguen aprendiendo a vivir. Esa ausencia es una incertidumbre que parece que no va a resolverse nunca. Es estar habitando continuamente la ausencia. 


Tu experiencia como editora en películas con temáticas fuertes y estilos particulares seguramente influyó en tu trabajo como directora. ¿Cómo se reflejan esos aprendizajes o enfoques previos en la concepción, estructura y montaje de Say Goodbye?


He aprendido mucho de todas y todos los directores con los que he trabajado, pero también de las películas que he visto, me he nutrido de las dos fuentes, pero en este momento me identifico mucho con la enseñanza que tiene que ver con la libertad, la libertad creativa. Cuando empecé a hacer cine, me daba miedo dirigir, así encontré la edición y me gustó, decidí irme hacia el montaje. Con los años, me di cuenta que el montaje también es un lugar de comodidad, con esto no quiero decir que sea fácil, editar es muy intenso emocionalmente y, a pesar de que te vulneras, no es una vulneración similar como de quien dirige y de quienes están en el rodaje. En la edición he aprendido que se trata de encontrar cosas mías que le aportan al director pero que no hacen que la película pierda la personalidad que el director le da. 


Entonces el montaje me dio confianza de saber que a pesar de que no pueda controlar todo el rodaje, iba a lograr una película, esto me permitió la libertad de explorar, de explorar la realidad y de explorar quién era yo, de como me expreso yo sin estar bajo la sombra de otra persona que en mi lado de montajista, es el director. Se trata de encontrarme y reconocerme en cómo cuento yo, en cómo tomo decisiones, que me gusta a mi e incluso permitirme vulnerarme de otra manera. Al inicio me daba miedo, pero esto tiene que ver con algo que aprendí en mi oficio con los directores, saber que soy muy distinta a ellos y esto me hizo tener el valor de mostrar quien soy yo como directora. 


Finalmente, más allá de la historia específica, los duelos frente a la desaparición son una espera. ¿Qué tipo de reflexión o experiencia esperas que los espectadores puedan llevarse después habitar una presencia ese espacio de silencio, de la espera espera y duelo que propones en la película? 


Creo que mi objetivo fue proponer un espacio meditativo y confrontativo. Creo que es una película que confronta desde cómo se manejó el tiempo fílmico y en distanciarse de los elementos narrativos que tiene que ver con la necesidad del espectador de buscar que la desaparición sea explicada. Yo preferí habitar la compañía, no explicar la desaparición. Acompañar a mi familia en su soledad, en las cosas que ellos sienten me permite que el espectador conecte con cosas propias. La propuesta es que sientan cosas a través de esta sensación de compañía, en este espacio meditativo donde uno puede empatizar con sus soledades. Que el espectador pueda darnos una hora con cuarenta y cinco minutos para dejar de pensar en el mundo y empezar a sentir es algo que me pone contenta, dejar de estar en la cabeza, habitar las emociones y ver a dónde nos lleva eso. 


La película retrata la soledad, el duelo, pero también la esperanza; mi familia tiene la esperanza de que algo pase, encontrarlo, escucharlo o cosas así. Creo que todas las personas mantienen la ilusión de tiempos mejores. Quizá es una manera de mantener la fantasía del futuro viva. Creo que en el caso de mi prima Sol, está presenta el tema de la búsqueda del padre, y no solo por no tenerlo, sino que se proyecta en que podamos tenerlo, pero que es ausente afectivamente, eso es algo con lo que me identifico mucho. Incluso varios hombres me han compartido que ellos, como hombres, han podido ver la paternidad ausente en la película, en pensar en sus padres ausentes e incluso reflexionar sobre su oficio de paternidad. Estar presente tiene consecuencias con el paso del tiempo. 


Otra reflexión es la falta de conexión humana, pienso que es necesario hacer comunidad, dejar atrás el individualismo que aumentó después de la pandemia, esto me hace pensar en que generar vínculos puede mejorar nuestra existencia. Estas son cosas secundarias que explora la película, me gusta que la película pueda tener varias capas de cercanía. Entregarse a la experiencia y dejar que la mente vaya a los lugares donde cada película puede llevar. 


Paloma, quiero agradecerte por tus sensibles palabras que has compartido con nosotros, he disfrutado mucho charlar contigo. 


Quiero aprovechar también por la ferocidad y resistencia que los festivales de cine asumen, la correlación de hacer películas y exhibirlas es fundamental para que nuestro ecosistema tenga vida. Confió en que el ritual del cine siga siendo necesario, y no caer en la comodidad solitaria de nuestras pantallas individuales. 


 
 
 

Comentarios


bottom of page