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Sobre Abajo y a la Izquierda, de Martín Baus

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Por Laura Dávila Argoty.


La mirada alcanza más lejos cuando su base se asienta abajo y a la izquierda. 

Subcomandante insurgente Marcos


El trabajo de Martin Baus abre un campo fértil de experimentación formal y reflexión crítica dentro del cine contemporáneo latinoamericano. Abajo y a la izquierda (2024) actualiza las luchas revolucionarias del pasado y dispositivos de contrainformación insurgentes al igual que tensiones persistentes ligadas a la colonización de la naturaleza tratándola como una problemática viva que continúa moldeando, erosionando y fracturando los territorios de América Latina. 


La película construye su propia potencia lingüística a través del desvío, la ironía y un lenguaje heredado del Tercer Cine, al tiempo que integra una serie de materiales de archivo que refuerzan su dimensión política y estética: el mapa de América Invertida de Joaquín Torres García, un fragmento sonoro de la primera película de Jean-Luc Godard, archivos fotográficos de Ecuador pertenecientes a Eduardo Chino Jaime, al mismo tiempo que recupera y consignas de las luchas por la tierra. En esta convergencia de materiales visuales, verbales y sonoros, la película parece abrazar la afirmación de Nicole Brenez: Toda imagen es un argumento, sea visual, verbal (gráfico y oral) o musical. 


En la película, diferentes señales emergen. No solo regulan el paso, también anuncian una iconografía de la prohibición. Señales que leemos casi automáticamente:  “Prohibido el paso”, “Zona en construcción”, “Peligro: caída de rocas”. La entrada restringida (¿a quienes?), las montañas perforadas (¿por quienes?), las piedras que caen (¿sobre quienes?). Cada una de estas señales no solo describen un espacio físico —una planta de cemento Holcim en Suiza—, sino que delata una forma persistente del poder colonial: el extractivismo mordaz. La extracción de materias primas que reduce las montañas en rasgaduras de concreto, en ruinas industriales. El concreto como materia prima de la modernidad funcional, se erige como rastro de una violencia estructural. 


y sin embargo, 

plantas crecen entre las grietas del pavimento,

las más pequeñas y rastreras,

como si la memoria de la piedra se activara en la adversidad 


Una voz en francés anuncia: “De repente, en primavera, los signos empezaron a hablar. Las marmotas ya no respiran ni su inquietud ni su alegría de vivir. Ya no celebran ingeniosas reuniones en la suavidad del aire soleado. Porque una mañana en las laderas pedregosas del campo florido, el estruendo de los motores y las detonaciones, rompieron de repente el silencio del mundo.” 


Esta voz, sin embargo, es pronto aplacada por los estratos terrestres: el crujido de la tierra, el roce de las piedras, las capas geológicas la ahogan hasta volverla inaudible. Si las llantas han dejado marcas visibles sobre la superficie de la tierra, otras más sutiles y profundas emergen cuando la imagen tiembla, brilla y se desdobla. Se trata de capas que evidencian la ocupación, excavación y violencia inscritas en el paisaje. Una geología política que emerge. 


Entonces irrumpen las voces —las de las radios rebeldes de América Latina—. Se alzan y el paisaje desdoblado se traslada y se materializa, la palabra se imprime como imagen y acción poética. Una y otra vez: 


ABAJO Y A LA IZQUIERDA

 
 
 

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