top of page

Cuando el archivo se rebela


ree

Por Melina Wazhima Monné


En Silence of Reason el cine se convierte en estructura mediadora entre un horrendo crimen de guerra y un material de archivo proveniente del proceso judicial que años después, no sin polémica, conseguiría aplicar cierta justicia y marcar precedente.

 

Densa. En el sentido de compacta y espesa al mismo tiempo, quizá. Ciertamente no como confusa. Silence of Reason no te procura comodidad. No es su tarea, no es su problema, no es su objetivo. Se sostiene en una dimensión que me atreveré a calificar de conceptual en la que esa densidad es, a mi parecer, parte de la materia en la que se desenvuelve. Esa incomodidad entra en juego como parte de la experiencia del visionado, de alguna manera es parte de la narración. Una experiencia que se completa con el punto de vista desde el que miramos. En mi caso el ser madre de una niña de doce años, la misma edad de una de las mujeres (niñas) bosnias de quien se da testimonio en varios momentos de la película.

 

Durante una horas Kumjana Novakova nos impone -sí, impone, así mismo, sin concesiones- presenciar los testimonios de un número importante de mujeres de entre aquellas más de veinte mil que fueron violadas y esclavizadas por fuerzas militares y policíacas serbias durante la llamada Guerra de los Balcanes, en la última década del siglo XX y los primeros años de este milenio.

 

Escuchamos sus voces en silencio. El testimonio transcrito se vuelve palabra que una y otra y otra y otra vez, testimonio tras testimonio, nos impone la conciencia de la dimensión del horror y la tragedia. Señala el punto en el mundo donde pasó y cómo su cotidiano flagelo. La fotografía y la gráfica, también documentos judiciales, subyacen a la palabra y le dan un cuerpo que la comenta, la dimensiona, la interpela y la sostiene. Ofreciendo momentos especialmente significativos. Pienso en el descubrimiento de aquella mujer que aparece en medio de la fachada de edificios de apartamentos. Pienso en las postales idílicas de pueblo y río. Pienso en la secuencia última, cuando la imagen huye finalmente del peso de la historia y la palabra.

 

El cine cumple su papel mediador que enrumba las decisiones hacia un lenguaje que aunque empujado a sus fronteras, sigue teniendo al tiempo, la luz y el sonido (o su ausencia) como materias sobre las que construir.  Sin embargo, me parece que es una pieza que se activa cuando se la piensa desde otro punto de partida, el del archivo.

 

Mirar Silence of Reason desde el pensamiento contemporáneo del archivo permite encontrarse con un material que adquiere una profundidad diferente. El paisaje de la foto no es más, nunca más sólo un paisaje, y la palabra del testimonio escrita, adquiere una voz, un sonido aunque no suene, te propone ese silencio de la razón.

 

Como espectador atiendes a sus sesenta minutos casi como en un rito de presencia, de conciencia, de ofrenda, de pensar en los tuyos y en la fragilidad del cotidiano; como un austero rito que despliega los documentos para liberar la palabra y hacerla rebelde.

 
 
 

Comentarios


bottom of page