Notas alrededor de The Vanishing Point
- Dimensiones Internas
- 23 oct
- 3 Min. de lectura

Por Belén Alvarado.
Entre cartas y marcos de color amarillo y rojo, donde alguna vez estuvieron fotografías colgadas, emerge la ausencia. Bani Khoshnoudi nos conduce hacia un universo íntimo de archivo y memoria, donde las sillas vacías evocan recuerdos y las paredes hablan a través de sus grietas. Desde lo personal, el filme despliega un lenguaje que se entrelaza con lo colectivo y lo político. Mediante la historia de desaparición de su prima, Nazanin, y su propia experiencia de exilio, nos muestra un estado marcado por la represión.
/ un jabón, unos lentes rotos, una colonia, un cortauñas, un arete, un sobre sin carta adentro / se convierten en testigos de un dolor silenciado. Las pertenencias entregadas a las familias de desaparecidos condensan el peso de una ausencia forzada, mientras que los funerales siendo prohibidos, intentaban borrar cualquier rastro de duelo y de emoción humana. En esta construcción, lo íntimo se vuelve inseparable de lo colectivo. La directora nos refuerza esto mediante memorias familiares que dialogan con imágenes de archivo, además, nos muestra parte de Irán donde incluso los nombres de las calles fueron cambiados para reescribir la historia.
A lo largo del filme podemos apreciar una especie de ensoñaciones con el material de archivo visual, aportando una dimensión íntima que se siente suspendida entre la memoria real y la imaginación:
(interpretación visual del archivo)
abro paréntesis
estoy en el mar
siendo niñx
caminando
estoy en un coche de bebé
cierro paréntesis
(anotaciones y voz en off de la directora)
abro paréntesis
Durante ese largo mes, tormentas eléctricas inusuales marcaban el comienzo de cada noche, iluminando los momentos difíciles que habíamos vivido durante el día con lluvias repentinas y torrenciales. Respirando el aire tenso y esperando a que llegara la tormenta, observábamos a los cuervos posarse en un árbol del jardín. Escuchábamos sus graznidos, casi dolorosos, mientras el silencio de la noche volvía a instalarse, recordándonos que tendríamos que esperar hasta la mañana siguiente para volver a conectar con las calles de la ciudad y con la gente.
Esas son las palabras que escribí tras abandonar Irán, justo después de los acontecimientos de junio de 2009. Parecía el comienzo de algo. Desde 1979 no habíamos sido tantos juntos en las calles, pero no estábamos allí sólo para protestar, sino sobre todo para ver y sentir la presencia de los demás. Nos mostramos unos a otros y por fin pudimos mirarnos a los ojos. No sabíamos muy bien lo que estaba pasando, pero de repente estábamos todos allí juntos.
cierro paréntesis
El acto de devolver la mirada.
Estos fragmentos poéticos no sólo contrastan con la dureza del archivo, sino que también lo humanizan, mostrando que la memoria individual se mueve con lo tangible y lo intangible. Lo privado y lo colectivo se cruzan constantemente: la casa de su abuela, habitada y años más tarde vacía, el álbum de fotos de su abuela y los recuerdos de su infancia que dialogan con las calles, la ciudad y la represión del régimen islámico. Incluso dentro del hogar, el miedo se filtra por las paredes, recordándonos que el dolor íntimo está conectado con una memoria compartida.
Lo que permanece no son solo los vestigios de un tiempo marcado por la represión, sino también la fuerza de recordar. La obra de Khoshnoudi transforma la memoria en un acto vivo que desafía al olvido, donde lo íntimo y lo político se funden en un mismo gesto, y la ausencia se vuelve presencia a través del archivo y la memoria. Al final, nos recuerda que la memoria es resistencia, un archivo vivo que se niega a ser silenciado.






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